octubre 02, 2010

XXII. LA JUSTICIA


¿Cuántas veces has sentido que lo que te sucede es injusto?, de que realmente no te lo merecías, que era indigno de ti; otras tantas has mirado el pasado con distancia, objetividad
y madurez y frente a la misma situación que tanto te afectó, ahora con la serenidad que da el tiempo transcurrido, pronuncias despacito para ti... Fue lo más justo que me pudo suceder;
de no haber sido por eso, yo no estaría ni sería el que soy hoy día. Levantas tu mirada al infinito, con una secreta complicidad y... ¡das las gracias!
Si nos detenemos a reflexionar juntos, estamos frente al Valor de la Justicia, cuyas
hondas dimensiones son difíciles de comprender. Pertenece a una armonía sincrónica más
allá del mundo tangible que percibimos. Está en una correspondencia total con el Macro y el
Microcosmos, en directa relación con la Ley de Causa y Efecto.
A veces no se presenta en el tiempo que la requerimos, en el momento más oscuro
cuando la clamamos. Ella tiene su propia medida, es afín a la dinámica de la vida y su mirada
se posa en la forma natural de como van transcurriendo las acciones. Ella actúa en el
momento preciso, ni antes ni después. ¡Pero actúa!
Ser justo es equivalente en algunas religiones o filosofías a ser bueno, dando a cada cual
lo que le corresponde, y también dándotelo a ti mismo. ¿Cómo saber qué dar? Es
reconociendo el derecho a amar y ser amados y ahí estaremos dando y recibiendo lo que
cada uno necesita. Está representada por una mujer ciega, que sostiene una balanza, donde
se equilibran y se complementan armónicamente los opuestos; el justo punto medio del
equilibrio, la justa medida.
Probablemente, comprendiendo este valor, entenderás e integrarás armónicamente
muchos aspectos de tu pasado que consideraste negativos, valorarás los ciclos vitales, el
tiempo y dinámica de cada ser. Te advertirá para no cometer imprudencias o para reparar los
daños causados.
Y no te olvides, toda justicia que es manipulada por intereses creados, que no buscan el
bien, la verdad y la belleza, es absolutamente ciega.
¡Te desafiamos a buscar esa armonía y equilibrio interior!
Definición:
Dar a cada cual lo suyo*.
DISVALORES DE LA JUSTICIA
A) Injusticia: "lo que es quitado o retenido no por la desgracia, sino por el hombre".
"Lo que es dado en demasía, sin tomar en cuenta la categoría esencial a la que pertenece
un ser" **.
B) Severidad: Regirse sólo por lo que se debe dar, sin flexibilidad ni misericordia.
* Platón: República
** Josef Pieper: Las virtudes Fundamentales, p.86.

EN TORNO A MI CAPACIDAD DE SER JUSTO
1. ¿Tengo conciencia de que si quiero ser justo, debo tratar de dar a cada cual lo que le
pertenece?
2. ¿Me doy cuenta que lo propio que tiene que recibir cada hombre, está relacionado
con sus Derechos y Deberes?
3. ¿Reconozco que tengo que ser justo, de acuerdo a las diferencias individuales de
cada ser humano, tomando en cuenta su marco de referencia, necesidades, estados
de ánimo, etc.
4. ¿Asumo que lo que recibo está de acuerdo a una sincronicidad y dinamismo cósmico,
a mi propio ser? ¿Organizo esta entrega hacia mi bien y felicidad?
5. ¿Acepto que no puedo pedir que se me dé "mas allá" de lo que soy (nivel de
evolución espiritual o características personales) "ni menos" de lo que soy?
6. ¿He meditado que al esperar más de lo que me corresponde, pierdo mi paz, sencillez
y fuerza interior y me torno ambicioso, resentido y ansioso, y más grave aún, no
acepto mi realidad tal cual es aquí y ahora?
7. ¿Estoy cierto de que el castigo más adecuado a un acto injusto, es la reparación y
rectificación en el mismo daño que se cometió?
8. ¿Reconozco que hay deudas éticas que por su naturaleza y por muchos que sean los
esfuerzos del deudor por cancelarlas, son impagables? Mientras más justa es la
persona más percibe y le duele la desproporción y desigualdad, pero sabe también
que son propias de lo humano.
9. ¿Estoy preparado para dar más allá de lo que debo?
10. Mis promesas, ¿son hechas en base a una estricta fidelidad conmigo mismo?
11. ¿Mis palabras son simples, en relación a la verdad? ¿Soy honesto, directo y
congruente?
12. ¿Soy afable en mi trato cotidiano?
13. ¿Doy las gracias y siento gratitud por los beneficios recibidos?
14. ¿Respeto a las personas que son distinguidas por un cargo o dignidad especial?
15. Si ser justo es pagar deudas, ¿me doy cuenta que nunca podré dar una compensación
equivalente a mis padres y a mi patria; luego debo practicar la "piedad" con ellos?
(Tener devoción hacia ellos puesto que nos han dado la vida y procurado seguridad).
16. ¿Acepto que justicia sin misericordia (amor hacia la debilidad o miseria de las
creaturas), es "crueldad"?
17. ¿Comparto la idea que misericordia sin justicia es ser "blando y tibio"?
18. ¿"Siento justo el acto de pedir perdón junto con la rectificación de mi error"?
19. ¿Comprendo que perdonar una acción injusta empieza por comprender a la persona,
amarla y olvidar el hecho, para mi propia paz espiritual y satisfacción del otro?
20. ¿Asumo que todo acto injusto cometido, tiene por consecuencia un justo castigo?
21. ¿Siento que mientras más de acuerdo con la Ley Natural vivimos, más justos somos,
ya que estamos armonizados con el universo entero?
22. ¿Estoy de acuerdo en que somos justos con nosotros mismos, en la medida que
hacemos lo que nos corresponde, respecto a nuestros deberes y derechos?
23. Si acepto que elijo lo que no es bueno para mí, ¿soy injusto conmigo mismo?
24. Sería bueno reconocer que si no doy al otro lo que debo, más bien lo retengo o le robo.
Así me vulnero y desfiguro, consumiéndome en mi propia destrucción.
25. ¿Practico la justicia haciendo el bien y evitando el mal, en todos los pequeños actos
de mi diario vivir?
26. Cuando quiero corregir un error ¿lo logro ejerciendo una poderosa prudencia,
concentrándome en lo justo, replegándome oportunamente, asumiendo una actitud
sabia y conciliadora, pero sobre todo con una nueva visión de la realidad, producto
de la interpretación y comprensión de mí yo y la finalidad de la vida?
SOY INJUSTO CUANDO:
1. Doy más o menos de lo que corresponde.
2. Retengo o robo lo que debo dar al otro.
3. Pido más de lo que necesito.
4. No respeto mis derechos, no cumplo mis deberes.
5. Me opongo, critico, censuro sin ninguna evaluación previa.
6. No reconozco que la vida está formada por opuestos que tendría que conciliar.
7. Espero más de lo que una persona puede dar.
8. Me contento con algo que no merezco de acuerdo a mi nivel.
9. Culpo a otras personas por lo que yo mismo he generado.
10. Espero que el otro sea igual a mí.
11. Doy lo que quiero dar y no lo que el otro necesita en su derecho.
12. No rectifico mis errores, reparando el daño causado.
13. Cuando juzgo a la persona y no sus conductas (ya que nunca voy a tener toda la
verdad para emitir un juicio).
14. Abandono espiritual o físicamente a mis padres y a mi patria.
15. Le pido a Dios soluciones que dependen de mí y mi libre albedrío.
16. No acepto ni disfruto mi realidad circundante, en el aquí y el ahora.
17. No soy prudente, ni misericordioso.
18. Le entrego al otro una imagen distorsionada de mí mismo (muy buena o muy mala).
19. Me doy cuenta que tengo muy buena memoria para recordar lo malo que me sucede
y muy mala para retener lo bueno, luego, soy desagradecido.
20. Soy poco objetivo al dejarme invadir por mis emociones y permitir que ellas dominen
mis juicios.
21. No valoro los esfuerzos que el otro hace por mí, los puentes que me tiende y las
puertas que me abre.
22. Quiero acortar el tiempo real de cada cosa o situación, y no permito los pasos
graduales para la maduración de la misma.
23. Soy impaciente, apurando el tiempo, para evadirme de una situación real que no
quiero enfrentar, manejar y superar en mi propio beneficio, y que me prepara para el paso siguiente.

No me esfuerzo en conseguir lo que quiero; más bien busco que me sea dado en
forma gratuita y rápida.
SOY SEVERO SI...
1. Me apego más a la palabra escrita de la ley o norma, que a su espíritu.
2. No transo frente a ninguna excepción.
3. Soy inflexible en lo que digo y sostengo.
4. Me atengo a las consecuencias de los hechos, no me preocupan sus causas.
5. Para mí no merece misericordia el que ha hecho un daño.
6. Exijo a los demás lo mismo que me exijo a mí mismo, que por cierto ¡es muy alto!
7. Pienso y siento que todos los hombres son iguales, luego, la ley pareja no es dura...
8. No acepto las debilidades o caídas del hombre, como parte de una naturaleza en
evolución y perfección.
9. Prefiero actuar por imposición más que por persuasión o transacción.
10. No acepto el perdón de nadie que me lo pida, el que hace daño no merece clemencia
de ningún tipo.
11. No me gustan los cambios, lo nuevo ni lo desconocido (rigidez).
12. Frente al daño de otro, soy implacable.
13. Soy frío y duro para calificar y evaluar las actitudes y conductas de los demás.
14. No me gusta que me agradezcan, siento que cumplí con mi deber.
15. La emocionalidad del ser humano me parece fragilidad y debilidad, falta de solidez e
inmadurez.
16. Cuando me comprometo con algo, aunque me resulte dañino o vaya contra mi propio
bien, persisto hasta el final.
17. Cumplo con mi deber, aunque me duela sentir que la gente me tiene miedo.
18. No acepto ni oigo explicaciones ante hechos consumados que provocaron daño.
19. Soy discriminador con sectores minoritarios.

Qué complejo, difícil y apasionante resulta detenerse en la vida a reflexionar sobre el valor
de la justicia... Es como encontrar un brillante: tiene tantas facetas, y cada una de ellas
emitiendo una luz diferente, que en su conjunto nos aproximan a la verdad.
Te habrás dado cuenta que este valor sustenta y necesita de muchos otros valores, que es difícil de comprender y practicar, que nos lleva a salir de nosotros para contemplar y tratar de
penetrar la interioridad del otro, en la mayor extensión que nos sea posible.
Este es un valor muy maestro, porque nos sitúa en nuestra realidad, nos hace valorar lo que somos, nos reconcilia con nuestros opuestos, y nos lleva a un profundo equilibrio interior.
El sentirnos justos, nos permite caminar por la vida con la frente en alto, nos restituye la dignidad, permite dormimos tranquilos, con la conciencia en paz... Nos hace comprender que
dentro del orden cósmico, todo acto malo tendrá su castigo proporcional, que nosotros no debemos ni tenemos que vengar el mal que nos han hecho, ya que hay una ley inmanente y
dinámica que actuará a su tiempo, y nos hace reflexionar que todo acto bien intencionado que hagamos, tendrá siempre un efecto positivo, que seremos recompensados, transformándonos
enseres de luz para iluminar a otros en la búsqueda de la verdad.

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