octubre 02, 2010

XXIII. LA TEMPLANZA

Definición:

Realiza un orden en el interior del alma, del propio yo, haciendo un todo armónico
de una serie de componentes dispares.
Es una autoconservación desprendida, donde el hombre tiene puesta sobre sí
mismo la mirada y la voluntad; su falta provoca la autodestrucción porque se
degeneran en forma egoísta las energías destinadas a la autoconservación. *
Aunque vemos como el mundo ha avanzado en su desarrollo técnico, científico y artístico hacia límites insospechados a nuestra conciencia, que ha realizado experimentos que
sobrepasan nuestra imaginación, así también observamos que las eternas preguntas: ¿Quién soy, de dónde vengo y a donde voy?, se siguen formulando con la misma fuerza y angustia
que hace cientos de años...
El hombre sigue siendo un misterio para sí mismo; mientras más intenta penetrar en la
oscura interioridad de su esencia, de sus motivaciones últimas, más confundido y
desorientado se siente.
Fuimos creados con grandes fuerzas interiores que nos pueden llevar a la "evolución" o a
la "autoaniquilación", por ejemplo: la sexualidad, la ira, el comer y el beber, la curiosidad, etc.
Este torbellino de energías, para encaminarlo a mi propio bien, tiene que ser amansado,
temperado, puesto en su punto; la virtud que nos facilita ese proceso es la templanza, es
decir, el hábito de poner un orden a nuestras grandes fuerzas interiores.
En ese sentido, a un nivel muy práctico, la templanza sin ser la más importante de las
virtudes cardinales en su orden jerárquico, es imprescindible como base de sustentación
para el equilibrado comportamiento humano.
Si no somos capaces de poner en armonía y equilibrio nuestro ser ¡Nunca podremos
lograr las metas de evolución que con esfuerzo y desesperación a veces hemos buscado
tanto!
La templanza es como nuestra columna vertebral, como el árbol que mantiene nuestras
raíces sujetas a la tierra, con sus ramas que nos permiten tocar el cielo.
La mesura, que nos hace dejar de lado nuestros yoes egoístas e inferiores, para
desprendernos de nosotros mismos y gozar de la belleza y los placeres con una mirada más
amplia, con una sensibilidad más refinada, armónica y pura, de tal forma que al auto
poseernos, al ser dueños y manejar nuestro carro interior, podemos conducirlo por el camino
más bello que nosotros queramos elegir.
Si no lo manejamos, los caballos pueden elegir sendas peligrosas, desagradables,
mediocres. ¿Quieres eso de tu propia vida?
Para analizar mejor este valor, lo vamos a hacer de acuerdo a cada uno de sus aspectos,
dedicándoles un cuestionario a ellos; ahí ustedes apreciarán los pares de opuestos, cuyo
punto medio de equilibrio va a ser siempre el valor de la templanza.

* Pieper: Las Virtudes fundamentales, p. 288. 188


SEXUALIDAD Y CASTIDAD
Conceptos básicos:
A) Castidad: templanza reguladora del impulso sexual.
B) Lujuria: apetito desenfrenado. Egoísmo estéril que se entrega al mundo de los
sentidos, destruyendo el verdadero goce sensible.
C) Virginidad: abstenerse para siempre del trato sexual y su deleite, haciéndose libre
para Dios y para dedicarse a las cosas divinas.
D) Ascetismo exagerado: Negación de la sexualidad por considerarla mala, dañina,
pecado, etc. No lleva implícita una consagración a Dios.
LA TEMPLANZA Y MI SEXUALIDAD
1. ¿Comprendo que la sexualidad es un bien creado por Dios, para mi integración como
unidad psico-bio-social?
2. ¿Asumo que mi sexualidad se debe ordenar hacia el Amar al otro, es decir,
procurando su bien y el mío?
3. ¿Comparto el que la fidelidad y la lealtad deben conformar parte de mi sexualidad?
4. ¿Entiendo que como hombre, a diferencia de los animales, tengo capacidad a nivel
sexual para disfrutar sensaciones específicas? Ej. Descubrir el refinamiento sexual.
5. ¿Me doy cuenta que mientras mi mirada esté más limpia y equilibrada, más voy a
percibir la belleza de la sexualidad?
6. ¿Reconozco en la sexualidad un arte, es decir, una instancia donde deben estar
equilibrados mi inteligencia, mis sentimientos y mi voluntad, para llevarlo a la práctica
con armonía, belleza, oficio y entrega?
7. ¿Veo la importancia que tiene la voluntad, como fuerza que me lleva a dominar mis
impulsos inmediatos, para lograr un amor verdadero?
8. ¿Siento como un deber hacia mi y a la persona que amo, prepararme profundamente
en el conocimiento de la sexualidad humana, para llevar a cabo más plenamente
nuestro amor?
CASTIDAD Y LUJURIA
1. ¿Estoy conciente que si me entrego a todo exceso sexual, me insensibilizo para
percibir la totalidad y profundidad de la sexualidad?
2. Si mi obsesión es sólo gozar, ¿reconozco que al estar ocupadas mis energías en una
sola área, bloqueo el ángulo de mi mirada, empobreciéndome y parcializándome?
3. ¿Reconozco que la lujuria es egoísta, que estoy centrado sólo en la búsqueda de mi
satisfacción y que por esto me olvido del otro?
4. ¿Me doy cuenta que la lujuria me envenena, me encarcela y me impide salir a un
encuentro total y armónico con el otro?
5. Al querer darle satisfacción sólo a mis deseos sexuales, ¿asumo las
irresponsabilidades e injusticias que cometo contra mí mismo y el bien común?
(familia rota, hijos abandonados, enfermedades sexuales, etc.).
6. ¿Puedo detenerme a pensar, que si a la persona a quien digo amar sólo le exacerbo su
sexualidad, la transformo en una esclava de la misma, negándole así el desarrollo del
resto de sus áreas como ser humano?
7. ¿Me hago responsable del daño que he hecho al que he llevado por el camino de la
lujuria?
8. ¿Acepto que si caigo en un desenfreno sexual, son mis impulsos los que manejan mi
vida, que no me autoposeo?
CASTIDAD Y ASCETISMO EXAGERADO
1. ¿Considero que el sexo es pecado, o algo sucio o degradante?
2. Mi decisión de ser asceta, ¿es porque considero que el sexo es dañino y perjudicial?
3. A lo más, creo que el sexo es sólo para procrear y mantener la supervivencia de la
especie.
4. No vivo, ni pienso, ni siento como un ser sexuado.
5. Todo lo que tenga que ver con el sexo me produce rechazo, me violenta.
6. Jamás me he preocupado de conocer, estudiar y comprender la sexualidad humana.

CASTIDAD Y VIRGINIDAD

1. Por decisión personal, reconociendo que el sexo es maravilloso, he preferido
renunciar a él.
2. La motivación más profunda es dar toda esa energía a Dios, para trabajar en sus
obras.
3. Admiro y respeto el amor, el matrimonio y la familia, pero creo que todos en la vida
tenemos diferentes misiones, y la mía es una real y conciente entrega al servicio a
Dios.
La sexualidad humana es la máxima expresión física de la consumación del amor
cósmico y regenerador. Es una instancia de total fusión, ternura y energía donde el hombre y la mujer se hacen uno en carne y hueso, espíritu y psiquis; donde las fuerzas del Ying y del Yang, del ánima y del animus generan una nueva energía creadora hacia ellos y el universo.
La templanza entonces, es la fuerza reguladora que nos permitirá hacer de este acto un
arte, un camino de encuentro y un amar profundamente a mi alma gemela, buscando
renovadamente una ampliación de nuestra conciencia y de nuestra evolución humana y
espiritual.

AYUNO Y TEMPLANZA

1. ¿Tengo conciencia de que mi cuerpo-templo es de alguna manera un laboratorio químico, y que de las substancias que ingresan a él depende mi espiritualidad?
2. ¿Reconozco el ayuno como un imperativo de la ley natural, cuyo sentido profundo, radica en liberar mi alma para que se eleve a estadios más altos y se encuentre con
los valores que le son propios?
3. ¿He experimentado el embotamiento que se le produce a mi mente después de un
exceso de comida o bebida alcohólica?
4. ¿Al establecer una relación entre causa y efecto, podría deducir que una sociedad
hedonista, embotada, chata, es en parte producto de estar enviciada por la gula?
5. ¿Acepto que una vida frugal, me permite meditar, crear, amar en forma más
completa?
6. ¿Percibo que mi mente es más clara y aguda cuando ayuno?
7. ¿Me doy cuenta que un ayuno excesivo afecta mi salud psíquica y espiritual, y que no
tiene ningún sentido en mis objetivos espirituales?
8. ¿Permito que mi cuerpo me hable, es decir me comunico con él, para saber cuáles
son sus necesidades de descanso, sueño, malas posturas, comida no nutritiva,
adicciones, etc.?
9. ¿Tengo un ideal de equilibrio físico, y pongo mi voluntad y mis objetivos al servicio de
ello?
10. ¿He aprendido a decir no frente a estos excesos?
CURIOSIDAD Y TEMPLANZA
Hay en el conocer, un disvalor que aparentemente podría parecernos como bueno y es,
la excesiva curiosidad.
Hoy queremos saberlo todo y al instante, nos llenamos de la última noticia, el último paper,
la última teoría, el último descubrimiento; vamos transformándonos en una especie de
enciclopedia andante, almacenando una serie de datos, y nos vanagloriamos de estar bien
informados. En este desenfreno, nos vamos quedando en lo periférico, pues el tiempo real no
nos alcanza para meditar, profundizar o deglutir una idea para hacer carne y hueso la
sabiduría que tendríamos que extraer de lo que conocemos, y yendo aún más lejos, no sólo
queremos la información, sino también queremos conocer el futuro; esto nos lleva a un afán
vicioso de consultar distintos tipos de oráculos, que nos predigan nuestro destino, haciendo de
ellos una certeza irracional, condicionando nuestras decisiones a estas predicciones.
¿SOY CURIOSO?
1. ¿Me doy cuenta de que, a veces me rige un impulso incontrolable a entrometerme en
vidas ajenas, y no contento con eso, tengo la necesidad de darlo a conocer, cayendo
así en la maledicencia, intriga y desprestigio a los demás? (curiosidad malsana).
2. ¿Leo en forma compulsiva todas las noticias diarias?
3. ¿No me pierdo informativos?
4. ¿Estoy inscrito a las últimas revistas o papers para mantenerme absolutamente al día?
5. ¿No alcanzo a percibir una información cuando ya estoy buscando otras?
6. ¿Todo lo que sé, me parece poco y me obsesiono en aumentar mi conocimiento como sea?

7. ¿Poseo la cualidad de aprehender un tema, y luego reflexionarlo profundamente para
llevarlo al desarrollo y aprovechamiento de mi evolución interior?
8. ¿Confío tan poco en Dios, en que fui creado para ser feliz, que constantemente acudo
a oráculos para ver mi futuro?
9. ¿Soy un adicto a que me lean la buena suerte?
10. ¿Me autoengaño diciéndome que los oráculos son una entretención, quizás cultural
ya que vienen de sabidurías antiguas, pero, llegado el momento de las decisiones
estoy influido por lo que me predijeron?
11. ¿He analizado que los oráculos (I Ching tarot - runas, etc.) sólo son iluminadores
circunstanciales de mi vida, y me pueden dar algunos elementos de juicio, para yo
aclarar algunos modos de actuar?
12. ¿Me permito alguna vez tomar conciencia de que mi futuro depende en gran parte de
la ley causa-efecto y en otra, de una voluntad que proviene de Dios?
13. Si tuviera que elegir libros sabios, ¿serán más de quince? (¡Hay muy pocos de
ellos!)
14. ¿Me doy cuenta que cuando estoy tratando de conocerlo todo a través de la
información, es cuando más estoy escapando de habitar dentro de mí?
15. ¿Qué medidas concretas he tomado para frenar la hiperestimulación que me envía el
mundo, con el fin de lograr replegarme en mi esencia y hacer así un contacto profundo con mi sabiduría interna?
Después de estas pequeñas reflexiones tendremos que tratar de volver a nuestro punto medio: la "studiositas", que al contrario de la "curiositas", nos permite con nuestra inteligencia,
sentimientos y voluntad, proyectar todas nuestras energías en no dilapidamos, sino en centramos a un fin único que es evolucionar hacia estadios más sutiles de perfección.

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