octubre 02, 2010

XXIV. LA FE


Fe significa, entre sus muchas definiciones, creer algo a alguien*.
Quizás no hay un valor, un sentimiento en la vida más experiencial que la Fe; es casi
imposible enseñarla o transmitirla, es algo que se siente o no se siente, no tiene un asidero ni
racional-lógico, ni intuitivo-perceptivo. Si intentamos encuadrarla, rompe todos nuestros
esquemas.
Apelo a toda vuestra comprensión y a mi humildad para tratar de esbozar un cuestionario
de reflexión sobre este delicado tema.
En el niño se desarrolla la fe o confianza en sí mismo a temprana edad, y esto responde
a tres conductas verbales y no verbales de sus figuras parentales.
Cuando les decimos:
1. ¡Qué bueno que naciste!
A veces ya no lo es tanto cuando el niño llora y no nos deja dormir, cuando se enferma,
cuando no nos permite desarrollar nuestras actividades libremente como lo hacíamos antes,
cuando es un hijo no deseado.
2. ¡Qué bueno como eres!
Tampoco parece que así fuera. Ya muy temprano algunas conductas nos molestan,
queremos que sean unas especies de muñecos títeres que respondan a nuestras
necesidades y expectativas. Cualquier muestra de que esto no es así, nos molesta, nos da
rabia y nos lleva a la crítica, descalificación y a la no aceptación.
3. ¡Qué bueno acompañarte!
Como somos bastante hedonistas nos gusta acompañar al otro sólo en lo bueno, pero
cuando aparecen las crisis, 3 años crisis del no, 7 años de la independencia, la adolescencia
y otras, quisiéramos mandarlos muy lejos de nuestra vista para que se las arreglen solos,
luego la frase se transforma en que desagrado tener que estar contigo.
El niño se va formando entonces sin fe dentro de sí, ya que las personas en las cuales
más confía le están transmitiendo permanentemente en sus frases o en sus gestos, que no
sirve para nada...
Esto lo podemos hacer extensible al colegio, a los amigos, a la pareja y al trabajo.
No creemos ni en nosotros ni en los demás, nos vamos haciendo desconfiados. Sentimos
que tenemos que hacerlo todo bien para ser aceptados y amados, nos cuesta encontrar a
alguien que nos contenga tal como somos y que nos dé luz para seguir creciendo.
No nos fue transmitido claramente que dentro de mi cuerpo y de mi psiquis, hay una
partícula divina perfecta, una parte de Dios que se auto-otorgó a mí, que es mi fuente de
energía y de curación para mi mente y mi cuerpo, que por ser materiales son imperfectos. Y
más aún, que todos los demás poseen eso, que nos podríamos relacionar de alma a alma (o
partícula divina a partícula divina, ¡o como lo queramos llamar!), entregando y buscando la
perfección mía y del otro.
¡Qué distinto se tornaría el planeta si todos hiciésemos uso de nuestra propia energía divina! ¡Cuanto más creeríamos en nosotros mismos y en el otro! ¡Cómo desaparecería de nuestro espectro psíquico el temor, la duda y el miedo!
Cristo decía: "La fe mueve montañas". También existe su contrapartida: "El miedo mueve
montañas", pero en su sentido inverso, paralogizándonos, desincentivándonos,
fragilizándonos o realizándose a través de la "profecía autocumplida".
Descubrir con certeza a Dios dentro de nosotros mismos y en cada uno de los que nos rodean, nos lleva a la experiencia sobrenatural de la fe, a sentirnos confiados, seguros y
protegidos, porque somos "hijos" de la creación cósmica de Dios y ¡un padre siempre quiere
lo mejor para sus hijos!


* J. Pieper: Las virtudes fundamentales, p. 311. 196

REFLEXIONANDO SOBRE LA FE
1. Si miro el orden cósmico, el natural y lo que me rodea. ¿Comprendo que al estar
inserto dentro de él, mi ser también tiene un camino, con un fin ilimitado que es Dios?
2. ¿Tengo certeza de que lo que es para mí, resultará, y lo que no me conviene, será
retirado de mi lado para mi propio bien y mejores oportunidades?
3. ¿Reconozco que cuando he dejado cosas que yo no puedo resolver, en manos de
una Inteligencia Afectiva Volitiva superior a la mía, todo se ha solucionado finalmente
a mi favor, aunque a veces requiera tiempo y distancia para comprender eso?
4. ¿Me preocupo de percibir todos los signos que se me presentan en el día, libros,
personas, frases, etc., como una forma de manifestación del apoyo y protección de
Dios?
5. ¿Acepto las pruebas o situaciones que me toca vivir, confiado que de ellas
aprovecharé lo mejor y saldré fortificado?
6. Cuando algo que he pedido a Dios, con mucha fe, me resulta, ¿soy humilde en
aceptar su participación o me olvido creyendo que es una simple coincidencia?
7. ¿Soy capaz de darme cuenta de todos los milagros que me suceden a diario? (ojo,
nada fue simple casualidad).
8. Cuando estoy frente a otro ser humano, ¿me contacto conscientemente con la parte
divina que hay en él, o me quedo detenido en sus imperfecciones?
9. En mi vida, ¿transmito fe, o transmito duda y miedo a los demás? (¿Soy catastrofista,
vivo anunciando cosas malas?).
10. ¿Confío en mis decisiones, proyectos, acciones, porque sé que estoy sincronizado
con el Orden, Verdad y Belleza del Cosmos?
11. ¿Participo activamente con Dios, haciéndolo socio mayoritario de todos mis
quehaceres?
12. ¿Alimento mi fe, estudiando, reflexionando, y estando muy receptivo del Discurso
Divino?
13. ¿Reconozco que mi Fe pasa por etapas de crisis y en ese momento con mucha
humildad, es cuando pido más ayuda a Dios?, ¿o a las huestes seráficas?
14. ¿Creo en el ser humano como un proyecto (con todas sus imperfecciones) evolutivo
a la gracia divina?
15. Cuando la duda, el temor, la desolación me invaden, ¿uso mi voluntad férreamente
para reoptar por 2 caminos?
a) El camino de Dios que es perfecto
b) El camino del ego que es imperfecto y lleno de dudas. ¿Soy a) o soy b)?
¡Lamentablemente no puedo ser las dos cosas al mismo tiempo!
¿Qué pasaría si no confiásemos en nosotros, en el otro y en Dios?
¡La elección es tuya! ¡Dios está realmente en ti! Date el tiempo para comunicarte con El.
Nosotros desde acá te decimos:
TENEMOS ABSOLUTA FE EN TI
¡Qué maravilla que naciste!
¡Nos encanta como eres!
¡Te estamos acompañando en lo bueno y en lo malo!

No hay comentarios.: