octubre 02, 2010

LA INSENSIBILIDAD O DUREZA DE CORAZON

Este disvalor se manifiesta en aquellos que, conciente o inconscientemente, han


exagerado tanto el ser pacientes, que han llegado a sentir nada.

Este disvalor, a veces se nos presenta muy engañoso y pervertido, tanto que llegamos a

pensar: ¡si yo pudiese ser como ellos que no se enganchan! o, cuando lo logramos en

nosotros mismos: ¡No me tocó, no me llegó!, nos aplaudimos y creemos que evolucionamos;

pero la verdad es que fuimos más fríos que un iceberg.

Vamos al cuestionario de reflexión para que lo filtremos en su total dimensión.

1. Hay abusos e injusticias contra los cuales tengo el deber y la conciencia de protestar,

pero prefiero no hacer nada.

2. Me doy cuenta que cultivo poco mis relaciones interpersonales, la amistad, el amor.

3. Ante un problema de otra persona me contesto: él lo solucionará solo, no es de mi

incumbencia.

4. Si algo me molesta o me perturba del otro, aguanto y aguanto, no busco solucionar la

situación.

5. Hago rodeos para decir lo que me disgusta, soy poco claro, poco directo.

6. Disfruto cuando los otros adivinan mis necesidades o deseos, porque ellos tienen

que esforzarse por mí.

7. A veces me encuentro preguntándome: ¿cómo no se dan cuenta de lo que yo Creo,

lo que Siento, lo que Doy...? (Es egocéntrico).

8. Creo que siempre frente a un problema hay alguien que va a tener más tiempo que

yo, va a estar mejor preparado que yo, lo va a hacer mejor que yo.

9. Me cuesta entender a esa gente que lucha por ideales, que se la juega por sus

creencias. Yo soy práctico y cómodo. Cumplo con lo necesario.

10. Mi libertad es lo primero, por eso no me gusta que nadie se entrometa en mis

asuntos, en mi tiempo, en mis decisiones.

11. Yo nunca he sentido necesidad de tener un amigo.

12. Soy muy estable: no reacciono ni ante lo maravilloso ni ante lo trágico de la vida, mi
lema es: lo que pase, tendrá que pasar...


13. Creo que hay gente que nació para preocuparse por otros, y creo que hay otros que

"no nacieron" para eso, como yo.

14. No me pidan que haga lo que no quiero, ni que me sensibilice frente al resto, ni sienta

lo que no siento ¡yo nací así...!

15. Soy muy resignado ante los hechos de la vida, no lucho porque creo muy poco en los

cambios.

16. Mi único deber es preocuparme por mí, y así creo que lo deberían hacer los demás,

lo otro es dependencia...

17. No me gusta preguntarle a otra persona donde ubicarla, si sucede algo, ¡no faltará

quien ayude!

18. Las personas que no me dan en el gusto, pierden importancia para mí...

19. No creo en la oración o en Dios o en el infierno, vivo simplemente.

Como habrás observado, este es un disvalor tremendamente complejo y con muchas

facetas.

En el fondo estaríamos frente a una esencia amorfa, abúlica, paralizada, un ser que no

desea ni busca una evolución. Aquellos que pertenecen a una mayoría mediocre, mediana,

víctima de las circunstancias, siempre son muy justificadores de sus acciones.

Da la impresión que no se detuvieron en la línea de la vida y dijeron... ¡BASTA!... basta de

tanta comodidad, de tanta pasividad, de tanta resignación. ¡Ojo!, algunos hacen el cambio,

pero con un sentido absolutamente egoísta, sin tomar en cuenta todos los sufrimientos que

van a provocar en los demás. Otros se detienen y se esfuerzan por manejar y tomar las

riendas de sus propios caballos, aprenden a manejar su carro.

Si te está sucediendo esto, es el momento del ivamos!, tu eres el dueño de tu vida, tú te

mereces lo mejor, tú tienes que aportar con todos los talentos que Dios te dio 􀂱te hizo a su

imagen y semejanza􀂱 para producir un cambio en ti, en los que te rodean, y lograr así un

mundo mejor.

Tú no sabes cuánto necesitamos de ti, tu aporte es valioso. Rompe esa frialdad de tu

corazón, sensibilízate, deja cabida a tus sentimientos y usa todos los valores que te estamos

describiendo en este libro para jugártela por la vida, por los sueños, que seguro tuviste de

niño...

¡Y VENCER LA NADIDAD!

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